Esta última primavera se ha detectado en nuestra ciudad una presencia de procesionaria del pino muy superior a la de años anteriores. La causa, según diferentes expertos, es que el otoño de 2014 fue muy cálido.
Las inspecciones efectuadas desde el inicio del mes de octubre indican que este año también se prevé un fuerte ataque de la procesionaria, el ciclo biológico de la que actualmente se encuentra en la fase idónea para iniciar los tratamientos con bacillus thuringensis.
El Ayuntamiento, como cada año en octubre, aplicará los tratamientos a los pinos ubicados en espacios públicos para reducir la población de este insecto. Dadas las previsiones de plaga de este año se recomienda que los propietarios de pinos y cedros situados en jardines privados también hagan tratamientos para evitar contagios a la vegetación cercana.
El Departamento de Parques y Jardines se pone a disposición de todos los ciudadanos con pinos a su propiedad para informarles de los tratamientos disponibles en el mercado y asesorarles al respecto.
Explicación de la procesionaria
La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es una plaga muy conocida de nuestros bosques y jardines que se identifica rápidamente por la presencia de las típicas bolsas de pelos blancos en las ramas de los pinos y, en primavera, por la presencia de procesiones de orugas que nos causan molestos efectos urticantes si las tocamos o nos acercamos demasiado. Las orugas también pueden causar daños importantes a los ojos, personas alérgicas y los animales domésticos.
Las mariposas nacen en verano y posteriormente las hembras ponen huevos en lo alto de las hojas de los pinos. Al cabo de un mes nacen las orugas que se alimentan de estas agujas. En este momento es el estadio más vulnerable de la plaga y por tanto el idóneo para hacer tratamiento.
Cuando llega el frío, las orugas forman las bolsas de pelos sedosos dentro de las cuales pasan el invierno a salvo de las bajas temperaturas, y de donde salen por las noches para alimentarse de las hojas de pino del entorno más próximo. Al final del invierno bajan de los árboles y forman las procesiones con el objetivo de buscar un lugar adecuado para enterrarse y construir el capullo, donde hacen la crisalidación, y dan lugar a nuevas mariposas en verano siguiente, si bien algunas pueden tardar dos o más años en hacerlo.