Campaña contra el despilfarro de alimentos

La Universidad de Barcelona y el Banco de Alimentos han presentado la campaña "Somos lo que tiramos" en el Campus de la Alimentación de Santa Coloma.

La Universidad de Barcelona (UB) y la Fundación Banco de Alimentos de Barcelona, ​​conscientes de los graves problemas de la sociedad catalana en tiempos de crisis, unen esfuerzos y ponen en marcha una iniciativa que pretende abrir un debate sobre el derroche alimentario y la necesidad de encontrar una solución . La campaña, que se impulsará en el período 2013-2014, se enmarca en el Año Europeo contra el Despilfarro de Alimentos, que se celebrará en 2014.

En este contexto, la UB y el Banco de Alimentos ponen en marcha la campaña "Somos lo que tiramos", que se presentó este martes 5 en un acto en el campus de la Alimentación de Santa Coloma, ubicado en el recinto universitario de Torribera. En este campus se imparten los grados de Nutrición Humana y Dietética y de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, las enseñanzas adscritas a la Facultad de Farmacia de la UB.

El acto ha sido presidido por Misericordia García, comisionada para el Desarrollo Social y Envejecimiento de la UB; Antoni Sansalvadó, presidente del Banco de los Alimentos; Merced Pallàs, vicedecana de Asuntos Académicos y Estudiantes de la Facultad de Farmacia; Màrius Rubiralta , director del campus de la Alimentación de Torribera, y Raúl Moreno, teniente de alcalde de Bienestar Social y Familias del Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet.

Líneas principales de la campaña

La Universidad de Barcelona quiere actuar directamente en sus centros, y en especial, en los espacios de comedor, para alertar de la urgencia de la situación y consolidar actitudes de cambio positivas hacia el derroche alimentario. El objetivo es responsabilizar a todos los ciudadanos y los actores implicados en la cadena alimentaria para que mejoren la gestión de los alimentos y en reduzcan el despilfarro.

Uno de los objetivos de la campaña es divulgar la problemática del derroche de alimentos y hacer que la población tome conciencia. Por ello, se organizarán conferencias técnicas y científicas en las que se tratarán los puntos de especial actuación, sin olvidar que hay que mantener un sistema de vida y unos hábitos alimentarios definidos en la llamada dieta mediterránea.

Otro de los objetivos es promover la reducción de los residuos orgánicos, así como los excedentes en la producción, transformación y distribución de los alimentos, para disminuir la huella ecológica producida por transportes innecesarios. La mejor manera de hacerlo es recuperando alimentos mediante acciones de proximidad, potenciando las redes solidarias que luchan contra la pobreza, y enviando los alimentos consumibles pero no comercializables al Banco de los Alimentos.

En tercer lugar, se quiere denunciar las consecuencias que conlleva el derroche alimentario en relación con la pobreza y el medio ambiente. Se quiere sensibilizar a la población y los actores de la cadena alimentaria, desde la producción de alimentos hasta el consumo doméstico, sobre la necesidad de reducir el impacto ambiental de los residuos orgánicos, para limitar la producción de dióxido de carbono y de metano que inciden directamente en el cambio climático que nos afecta a todos.

La Universidad se quiere centrar en cumplir su primera función social, la de formar a los ciudadanos, y especialmente los alumnos, combinando adecuadamente la formación universitaria con actuaciones que incentiven actitudes positivas hacia el despilfarro de alimentos.

Finalmente, se quiere fomentar la colaboración con las administraciones responsables (municipios, Área Metropolitana, Agencia de Residuos de Catalunya) para crear sinergias que permitan optimizar los resultados de la campaña.

Caducidad y etiquetado de los alimentos

Uno de los objetivos de la campaña es dar a conocer la problemática del derroche, en especial en lo referente al buen uso de las normas sobre fechas de caducidad y fechas de consumo preferente. Este ha sido el tema que ha abordado, en la presentación de la campaña, el profesor Abel Mariné, catedrático emérito del Departamento de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia. Tal y como ha explicado, en el etiquetado de los alimentos envasados ​​se indica una fecha que informa de hasta cuándo un producto mantiene las características que lo hacen apto para el consumo. Se trata, pues, de la fecha de «consumo preferente» o de «duración mínima», no de la caducidad.

La fecha de consumo preferente indica el tiempo garantizado en que aquél alimento mantiene sus propiedades sensoriales, nutritivas y de seguridad. El margen, sin embargo, es amplio, y más allá de esa fecha el producto puede seguir siendo comestible. Según Mariné, «no se justifica que una interpretación demasiado rigurosa determine que un alimento después de esta fecha-a veces, incluso un poco antes-se deba tirar». De hecho, la fecha incluso puede llegar a crear una falsa seguridad, porque si un producto no se ha guardado en las condiciones adecuadas se puede deteriorar antes de lo que se indica. La fecha de caducidad sólo tiene sentido en productos muy perecederos, como la leche pasteurizada.

Es evidente que hay que utilizar las fechas para garantizar la seguridad. La Unión Europea ha estudiado flexibilizar la legislación sobre fechas en el etiquetado de los alimentos para contribuir a evitar el despilfarro.